ESTANCIA EN SEPTIEMBRE EN EL CASTILLO DE HAAR

En septiembre, las más de 20 habitaciones del castillo estaban todas ocupadas. Todas las habitaciones de huéspedes se hicieron acogedoras. Había dulces holandeses, albornoces y toallas, postales y un estuche con artículos de papelería de De Haar. Cada habitación tenía su propio ramo de flores, tradicionalmente a menudo dalias (de su propio jardín de recolección), rosas o lirios. Los ramos se colocaban en la bodega de flores del sótano y se comprobaba a diario su frescura.

Todo para complacer a los invitados

La baronesa Gabrielle (desde 1956) se aseguró de que todos los huéspedes dispusieran de flores, libros y revistas, artículos de tocador y bebidas adecuados. En todas las habitaciones había jabón y perfume de las antiguas y renombradas casas Guerlain y Yardley. Y antes de que llegaran los huéspedes, una camarera recorría las habitaciones con una gran cucharada de perfume calentado para que olieran bien.

Una cosa especial que hay que saber es que cada habitación de invitados del castillo es diferente. No hay dos personas iguales y por eso se pensó en cada huésped en qué habitación se sentiría más a gusto.

Conchas

Cuando un huésped llegaba a De Haar, el personal llevaba las maletas directamente a la habitación. Mientras el huésped se maravillaba con el interior, las señoras de la ropa de cama deshacían la maleta, planchaban todo a la velocidad del rayo y ponían los artículos de aseo al alcance de la mano. A la salida, los huéspedes recibían su ropa crujiente y envuelta en papel de seda dentro de la maleta.

Las camareras se encargaban de la ropa de cama y baño y de abrir la cama por la noche. Llenaban la bañera y ayudaban a vestirse, si era necesario.

Los huéspedes que querían preguntar algo o necesitaban ayuda podían tirar de una cuerda en su habitación o pulsar un botón para la camarera. El llamado "chelín". En la oficina, el sótano y el cuarto de plancha colgaban campanarios. Cuando un huésped gritaba con un botón o una cuerda, el número de la habitación se iluminaba en la plataforma y el personal podía ver qué huésped había solicitado asistencia.

No se escatimaron gastos para que el huésped se sintiera como en casa.

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Tradición de septiembre