Transmisión de la artesanía
Los restauradores de la empresa Stolk han empezado a trabajar en el Napoleón amarillo del castillo de Haar. En ese trabajo, el aprendiz Bas Kijk de de Vegt se divierte. Su principal interés era la construcción naval, pero gracias a unas prácticas en Stolk, Bas descubrió que un viejo carruaje tiene más que ofrecer técnicamente de lo que pensaba en un principio.
La generación más joven
El restaurador Piet Stolk, que hace tiempo cumplió 65 años y prefiere no hablar de su edad, tiene una mirada casi paternal cuando explica a Bas Kijk, de 16 años, en de Vegt, las propiedades de los distintos tipos de acero utilizados en el chasis de un carruaje. Al fin y al cabo, el acero para muelles es totalmente distinto de las piezas laminadas de un eje. Bas aprende como parte de su experiencia laboral. Una condición para llevar a cabo el proyecto de restauración de los carruajes del castillo de Haar es "transmitir el oficio", en este caso el trabajo de forja del antiguo fabricante de carruajes. Piet Stolk domina ese oficio y desea compartir sus conocimientos con una generación más joven, con su hijo Jean-Louis, de 38 años, y ahora, por tanto, con Bas. Padre e hijo ya se habían dado cuenta de que el Napoleón flaqueaba un poco en sus muelles: cuando uno se subía a su parte trasera, el carruaje colgaba completamente hacia atrás. Después de un siglo, la fuerza del muelle había desaparecido de los muelles elípticos. Un muelle de este tipo consta de cuatro láminas elásticas unidas entre sí bajo una cierta tensión. El instructor Piet y el aprendiz Bas desmontan ahora las láminas y las palpan una a una. Bas se ríe: "Toda la tecnología de vehículos y embarcaciones me parece interesante, hice una formación sobre metales y ahora estoy ganando experiencia, quién sabe, igual me meto en la profesión".
Zoo
Cuando los muelles están "forjados", los hombres vuelven a montar el carruaje. Bas se sienta en el banco del sirviente para ver el efecto. Con sólo carga en la parte trasera, el carruaje ya no cuelga hacia atrás. Queda mejor y también se balancea mejor para cuando el Napoleón vuelva a cabalgar por los caminos del castillo de Haar. Ha sido un trabajo difícil, pero entretanto un nuevo problema ha llamado ya la atención de Stolk: la marquesina del Napoleón se encuentra en un estado más desastroso de lo que se calculaba, debido a nidos de ratones, agujeros de carcoma y picaduras de polilla; en esa marquesina ha vivido todo un zoológico durante el último siglo.